CAPÍTULO 1
LA HERENCIA MEDIEVAL Y EL PASO A LA SOCIEDAD MODERNA
3.1 Europa estuvo en el cruce de caminos entre civilizaciones y religiones. Después del colapso del Imperio Romano y el Gran Cisma de 1054, la cristiandad se dividió entre la Iglesia Católica Romana en el oeste y la Iglesia Ortodoxa en el este. El reclamo por el obispo de Roma – el Papa – de su autoridad sobre todos los cristianos del este (una enconada disputa doctrinal sobre la naturaleza de la Santísima Trinidad) condujo a la ruptura que culminó con la excomunión papal del Patriarca de Constantinopla. En 1500, la Iglesia Ortodoxa oriental mantenía la lealtad de la mayoría de la gente de Rusia y los Balcanes. Las dos Iglesias se encontraban en la Europa del este, con Polonia, Bohemia y Hungría mirando hacia el oeste.
3.2 El cristianismo, como una fuente de lealtad que pretendía ser un estado universal (con su propio idioma, el latín), presentaba un impedimento potencial a la autoridad estatal. También proporcionó una cultura común que engulló gran parte de Europa. Conforme tanto la Iglesia como las monarquías se volvieron más centralizadas, los conflictos entre la primera y las segundas se volvieron inevitables. La Iglesia misma había sido una autoridad religiosa centralizada desde el fin del Imperio Romano, lo que dejó al Papado independiente del gobierno secular. Desde la mitad del siglo XI, los Papas fueron elegidos por los cardenales, cada uno de los cuales había sido nombrado por el Papa anterior. Los obispos y los abades prometieron obediencia al papa a cambio de la tenencia de las tierras de la abadía y de los ingresos eclesiásticos.
3.3 En el Imperio Otomano, la soberanía religiosa y política descansaba en la misma persona, el sultán. Al contrario, los gobernantes de los estados territoriales de Europa habían logrado hacerse ampliamente autónomos. Aunque la Iglesia era rica y poderosa (poseía alrededor del 25 por cien de las tierras de Cataluña y de Castilla, y tal vez el 65 por ciento de las tierras del sur de Italia), los príncipes no estaban dispuestos a permitir que la Iglesia interfiera con su autoridad, a pesar de que los líderes eclesiásticos, en muchos casos, los habían coronado. Durante los siglos XIV y XV, los gobernantes se negaron a permitir los tribunales eclesiásticos en sus territorios. El Papa ordenó a sus obispos y otros clérigos ser leales a los gobernantes de los estados seculares.
3.4 Durante el período medieval, los cristianos occidentales intentaron reconquistar las tierras conquistadas previamente por los musulmanes, y especialmente buscaron recapturar Jerusalén. Las ocho “cruzadas” duraron desde 1095 a 1270. En 1204, creyendo que la religión ortodoxa oriental era una herejía, los cruzados conquistaron el Imperio Bizantino ortodoxo oriental, que se extendía desde la Italia oriental hasta el extremo oriental del Mar Negro. A mediados del siglo XIV, los turcos otomanos conquistaron dos tercios de Anatolia, Grecia y gran parte de la Península Balcánica. Para el 1400, el Islam se extendía desde el sur de España y el norte de África hasta el norte de la India y más allá de las islas del sudeste asiático. Durante el siglo XIV y principios del XV, el Imperio bizantino (que era griego en cultura y cristiano ortodoxo en religión), se redujo a una pequeña área que abarcaba el estrecho entre Asia y Europa, que incluía su capital, Constantinopla. Finalmente, los turcos otomanos capturaron Constantinopla después de un largo asedio en 1453, el acto final de la decadencia del Imperio Bizantino. Durante las siguientes cuatro décadas, los otomanos doblaron su imperio europeo, conquistando Serbia en 1459, Bosnia en 1463, Albania en 1479 y Herzegovina en 1483. La suma de Hungría su territorio extendió el Imperio Otomano hasta el río Danubio.
3.5 Los turcos otomanos poseían un gran ejército, gran parte reclutado de los recién convertidos al Islam, especialmente la infantería (los jenízaros) y una marina fuerte. Una diplomacia efectiva completaba su fuerza militar. Durante la primera mitad del siglo XVI, los otomanos también absorbieron Egipto, y se movieron en dirección a Irán, alcanzando Bagdad en lo que hoy es Iraq en 1534, y después el Golfo Pérsico. Éste fue el apogeo del Imperio Otomano, que hizo uso de las élites locales para aumentar los ingresos estatales. Durante los siguientes siglos, la Europa Católica Romana vería el Islam como una amenaza perpetua a su religión y cultura. Sin embargo, una considerable mayoría de la multitud de poblaciones dominadas por los turcos otomanos permanecieron cristianas y se les permitió continuar practicando su religión. A pesar de la existencia de una alta cultura musulmana común, los turcos otomanos islámicos aceptaron a los no musulmanes en su imperio, y estos últimos siempre representaron una proporción significativa de la población. Pero en sentido contrario, los estados cristianos siempre persiguieron y expulsaron a los musulmanes sistemáticamente. Durante siglos, los escritores occidentales se superaron los unos a los otros al describir a los turcos otomanos como “el azote de Dios”, bárbaros, despóticos y crueles. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa rusa (que estaba muy influenciada por su herencia bizantina), la Iglesia Ortodoxa griega (también una Iglesia Ortodoxa oriental), la Iglesia Católica Romana y la religión islámica coexistieron extraordinariamente bien en los Balcanes bajo el dominio turco otomano. Los otomanos establecieron el sistema Millet, que permitía la autonomía de las minorías religiosas con líderes de comunidades religiosas nombrados por el sultán.
3.6 Gran parte de Europa se enfrentó a un enorme semicírculo de estados bajo control un control directo e indirecto turco. Las potencias occidentales, que ya habían iniciado las cruzadas cristianas contra los musulmanes, ahora se vieron obligadas a una serie de guerras defensivas contra el Islam, que para Occidente fue encarnado por el Imperio Otomano. Para ayudar en su defensa, los venecianos construyeron una serie de fortificaciones a lo largo de la costa adriática.
3.3 En el Imperio Otomano, la soberanía religiosa y política descansaba en la misma persona, el sultán. Al contrario, los gobernantes de los estados territoriales de Europa habían logrado hacerse ampliamente autónomos. Aunque la Iglesia era rica y poderosa (poseía alrededor del 25 por cien de las tierras de Cataluña y de Castilla, y tal vez el 65 por ciento de las tierras del sur de Italia), los príncipes no estaban dispuestos a permitir que la Iglesia interfiera con su autoridad, a pesar de que los líderes eclesiásticos, en muchos casos, los habían coronado. Durante los siglos XIV y XV, los gobernantes se negaron a permitir los tribunales eclesiásticos en sus territorios. El Papa ordenó a sus obispos y otros clérigos ser leales a los gobernantes de los estados seculares.
3.4 Durante el período medieval, los cristianos occidentales intentaron reconquistar las tierras conquistadas previamente por los musulmanes, y especialmente buscaron recapturar Jerusalén. Las ocho “cruzadas” duraron desde 1095 a 1270. En 1204, creyendo que la religión ortodoxa oriental era una herejía, los cruzados conquistaron el Imperio Bizantino ortodoxo oriental, que se extendía desde la Italia oriental hasta el extremo oriental del Mar Negro. A mediados del siglo XIV, los turcos otomanos conquistaron dos tercios de Anatolia, Grecia y gran parte de la Península Balcánica. Para el 1400, el Islam se extendía desde el sur de España y el norte de África hasta el norte de la India y más allá de las islas del sudeste asiático. Durante el siglo XIV y principios del XV, el Imperio bizantino (que era griego en cultura y cristiano ortodoxo en religión), se redujo a una pequeña área que abarcaba el estrecho entre Asia y Europa, que incluía su capital, Constantinopla. Finalmente, los turcos otomanos capturaron Constantinopla después de un largo asedio en 1453, el acto final de la decadencia del Imperio Bizantino. Durante las siguientes cuatro décadas, los otomanos doblaron su imperio europeo, conquistando Serbia en 1459, Bosnia en 1463, Albania en 1479 y Herzegovina en 1483. La suma de Hungría su territorio extendió el Imperio Otomano hasta el río Danubio.
3.5 Los turcos otomanos poseían un gran ejército, gran parte reclutado de los recién convertidos al Islam, especialmente la infantería (los jenízaros) y una marina fuerte. Una diplomacia efectiva completaba su fuerza militar. Durante la primera mitad del siglo XVI, los otomanos también absorbieron Egipto, y se movieron en dirección a Irán, alcanzando Bagdad en lo que hoy es Iraq en 1534, y después el Golfo Pérsico. Éste fue el apogeo del Imperio Otomano, que hizo uso de las élites locales para aumentar los ingresos estatales. Durante los siguientes siglos, la Europa Católica Romana vería el Islam como una amenaza perpetua a su religión y cultura. Sin embargo, una considerable mayoría de la multitud de poblaciones dominadas por los turcos otomanos permanecieron cristianas y se les permitió continuar practicando su religión. A pesar de la existencia de una alta cultura musulmana común, los turcos otomanos islámicos aceptaron a los no musulmanes en su imperio, y estos últimos siempre representaron una proporción significativa de la población. Pero en sentido contrario, los estados cristianos siempre persiguieron y expulsaron a los musulmanes sistemáticamente. Durante siglos, los escritores occidentales se superaron los unos a los otros al describir a los turcos otomanos como “el azote de Dios”, bárbaros, despóticos y crueles. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa rusa (que estaba muy influenciada por su herencia bizantina), la Iglesia Ortodoxa griega (también una Iglesia Ortodoxa oriental), la Iglesia Católica Romana y la religión islámica coexistieron extraordinariamente bien en los Balcanes bajo el dominio turco otomano. Los otomanos establecieron el sistema Millet, que permitía la autonomía de las minorías religiosas con líderes de comunidades religiosas nombrados por el sultán.
3.6 Gran parte de Europa se enfrentó a un enorme semicírculo de estados bajo control un control directo e indirecto turco. Las potencias occidentales, que ya habían iniciado las cruzadas cristianas contra los musulmanes, ahora se vieron obligadas a una serie de guerras defensivas contra el Islam, que para Occidente fue encarnado por el Imperio Otomano. Para ayudar en su defensa, los venecianos construyeron una serie de fortificaciones a lo largo de la costa adriática.
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