CAPÍTULO I
LA HERENCIA MEDIEVAL Y EL PASO A LA SOCIEDAD MODERNA
2.1 Inglaterra y Francia emergieron como estados soberanos, permaneciendo como excepciones entre la fragmentación territorial que caracterizó a la Europa medieval. Los territorios pequeños también comenzaron a juntarse en unidades más grandes y los gobernantes extendieron y consolidaron su autoridad. La sociedad europea tomó la forma que había tenido durante siglos, con tres órdenes – la nobleza, los clérigos y los campesinos – permaneciendo en relaciones de obligación mutua entre ellos. Para la mayoría de los campesinos el bienestar material permaneció a un nivel de subsistencia pero en conjunto mejoró conforme el comercio a largas distancias comenzó a crecer en el siglo XI. Más aún, las manufacturas textiles a pequeña escala impulsaron el crecimiento de las ciudades, particularmente en Italia y el noroeste de Europa durante los siglos XII y XIII.
2.2 Con el final del Imperio Romano al final del siglo V, Europa experimentó un influjo de nuevos pueblos. Del este llegaron los magiares (húngaros), que se asentaron en Europa central, donde fueron convertidos al cristianismo. De Escandinavia llegaron los hombres del norte (los noruegos o vikingos), que alcanzaron Ucrania, y de los que la mayor parte se convirtieron en cristianos. Los árabes invadieron Europa en el siglo octavo, expandiendo por ello su influencia en el norte de África, así como en España. Los mongoles llegaron a lo que hoy es Rusia y Ucrania, saqueando Kiev en la década de 1230, antes de que su imperio colapsase en el siglo XV. El Principado de Moscovia (Moscú), que había sido uno de sus tributarios, aumentó gradualmente de tamaño alcanzando el sur de las Montañas Urales y el Mar Caspio y se convirtió en un estado dinástico. Esta multitud de influencias contribuyó tanto a la fragmentación política como cultural.
2.3 En el año 1500 Europa estaba formada por alrededor de 1.500 estados. Las instituciones económicas, políticas y judiciales eran abrumadoramente locales. Las ciudades y los territorios estaban sujetos a una confusa red de jurisdicciones superpuestas. Las ciudades-estado de Italia y las ciudades comerciales del norte de Europa se las arreglaron para preservar su independencia de los gobernantes territoriales. Las murallas de las ciudades que protegieron a los residentes contra los bandidos y las enfermedades (durante los tiempos de las plagas y las epidemias) permanecieron como símbolos de los privilegios urbanos. París, por ejemplo, fue dotado con enclaves de autoridad eclesiástica.
2.4 Una parte de la fragmentación de Europa fue debida a los tres sistemas de la ley: civil, canónico y las costumbres. Los conceptos legales, principios y procedimientos de la ley civil evolucionaron de la ley romana, que estaba basada en la interpretación racional de la ley escrita aplicada a los asuntos humanos. Las leyes civiles fueron decretadas y, por lo tanto, sancionadas por los gobernantes, cuya autoridad derivaba en parte de su derecho a hacer e imponer leyes. Entonces, el desarrollo de la ley civil fue una manera de desarrollar los estados mediante la estrecha asociación del poder de los gobernantes de los estados con la fuerza de la ley. La ley canónica, establecida por el Papa para la Iglesia occidental, codificó en latín los cánones de la Iglesia en los concilios por la autoridad de la Biblia y los Padres de la Iglesia. Al igual que pasó con la ley civil, la ley canónica colaboró en afirmar, al menos en principio, la autoridad de los gobernantes espirituales – los papas, los cardenales y los obispos – ligando muy de cerca la ley con la autoridad de los gobernantes en general, cuyos súbditos les deben lealtad personal.
2.5 En la Baja Edad Media, las lealtades cruzadas – la más común era estar sometidos por igual a las autoridades seculares y eclesiásticas – era a menudo la norma. Las personas sujetas a las distintas autoridades competentes usaron el sistema para explotar los conflictos jurisdiccionales para la consecución de sus propios fines. En ocasiones esto sirvió para reforzar las influencias de las autoridades múltiples. Por ello, la autoridad efectiva de los distintos tipos de gobernantes acabó siendo bastante distante.
2.6 La costumbre, o la ley común, fue una codificación de la costumbre establecida, implicando una referencia constante a las decisiones previas tomadas por otros jueces. Fue el modo de la ley más usual en todas las áreas donde no se usó la ley romana. En Europa occidental, la ley costumbrista desarrolló fuera de las costumbres del feudalismo (ver más abajo) un conjunto de relaciones recíprocas económicas, sociales y políticas que animaron las estructuras de poder descentralizadas.
2.7 En Inglaterra, donde la ley común unificó la ley de la costumbre para todo el país, las leyes fueron supervisadas por las cortes locales, lo que contribuyó a la descentralización de la autoridad real inglesa. A diferencia de la ley romana, que ayudó a crear la idea de que el gobernante era un soberano que promulgaba leyes que podían superar a la costumbre, en Inglaterra la costumbre ayudó a los grupos corporativos (como los gremios, que eran asociaciones de artesanos) o los individuos a imponer sus intereses y derechos mediante el establecimientos de precedentes que, al menos en principio, podían anular la intervención de los gobernantes en el proceso legal.
2.8 La fragmentación política de Europa fue acompañada de una fragmentación cultural reforzada por la existencia de los numerosos idiomas hablados. El latín, el idioma de la cultura, todavía se hablaba en las universidades. Además, las distancias y las dificultades en los viajes y en las comunicaciones también eran impresionantes. En ocasiones el correo tardaba meses en llegar. El tiempo más corto para viajar entre Madrid y Venecia fue de veintidós días, y el más largo, cuando el tiempo era malo, cuatro veces mayor.
2.4 Una parte de la fragmentación de Europa fue debida a los tres sistemas de la ley: civil, canónico y las costumbres. Los conceptos legales, principios y procedimientos de la ley civil evolucionaron de la ley romana, que estaba basada en la interpretación racional de la ley escrita aplicada a los asuntos humanos. Las leyes civiles fueron decretadas y, por lo tanto, sancionadas por los gobernantes, cuya autoridad derivaba en parte de su derecho a hacer e imponer leyes. Entonces, el desarrollo de la ley civil fue una manera de desarrollar los estados mediante la estrecha asociación del poder de los gobernantes de los estados con la fuerza de la ley. La ley canónica, establecida por el Papa para la Iglesia occidental, codificó en latín los cánones de la Iglesia en los concilios por la autoridad de la Biblia y los Padres de la Iglesia. Al igual que pasó con la ley civil, la ley canónica colaboró en afirmar, al menos en principio, la autoridad de los gobernantes espirituales – los papas, los cardenales y los obispos – ligando muy de cerca la ley con la autoridad de los gobernantes en general, cuyos súbditos les deben lealtad personal.
2.5 En la Baja Edad Media, las lealtades cruzadas – la más común era estar sometidos por igual a las autoridades seculares y eclesiásticas – era a menudo la norma. Las personas sujetas a las distintas autoridades competentes usaron el sistema para explotar los conflictos jurisdiccionales para la consecución de sus propios fines. En ocasiones esto sirvió para reforzar las influencias de las autoridades múltiples. Por ello, la autoridad efectiva de los distintos tipos de gobernantes acabó siendo bastante distante.
2.6 La costumbre, o la ley común, fue una codificación de la costumbre establecida, implicando una referencia constante a las decisiones previas tomadas por otros jueces. Fue el modo de la ley más usual en todas las áreas donde no se usó la ley romana. En Europa occidental, la ley costumbrista desarrolló fuera de las costumbres del feudalismo (ver más abajo) un conjunto de relaciones recíprocas económicas, sociales y políticas que animaron las estructuras de poder descentralizadas.
2.7 En Inglaterra, donde la ley común unificó la ley de la costumbre para todo el país, las leyes fueron supervisadas por las cortes locales, lo que contribuyó a la descentralización de la autoridad real inglesa. A diferencia de la ley romana, que ayudó a crear la idea de que el gobernante era un soberano que promulgaba leyes que podían superar a la costumbre, en Inglaterra la costumbre ayudó a los grupos corporativos (como los gremios, que eran asociaciones de artesanos) o los individuos a imponer sus intereses y derechos mediante el establecimientos de precedentes que, al menos en principio, podían anular la intervención de los gobernantes en el proceso legal.
2.8 La fragmentación política de Europa fue acompañada de una fragmentación cultural reforzada por la existencia de los numerosos idiomas hablados. El latín, el idioma de la cultura, todavía se hablaba en las universidades. Además, las distancias y las dificultades en los viajes y en las comunicaciones también eran impresionantes. En ocasiones el correo tardaba meses en llegar. El tiempo más corto para viajar entre Madrid y Venecia fue de veintidós días, y el más largo, cuando el tiempo era malo, cuatro veces mayor.
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