CAPÍTULO I
LA HERENCIA MEDIEVAL Y EL PASO A LA SOCIEDAD MODERNA
11.1 Durante los siglos XII y XIII, las ciudades europeas crecieron tanto en número como en tamaño, reflejando con ello el crecimiento económico como un aumento de la seguridad. Las ciudades eran la sede de muchas instituciones (también de las municipales), hospitales y asociaciones fraternales, entre las que estaban las confraternidades religiosas y los gremios (explicados sucintamente en 10.7) . Los edificios municipales y las iglesias eran las piedras angulares de las ciudades medievales. Además de los burgueses (el significado inicial era “los habitantes de los burgos o barrios nuevos de las ciudades”), muchas ciudades tenían un número relativamente grande de clérigos viviendo dentro de sus murallas, bien atendiendo a las necesidades religiosas de la población, bien viviendo retirados del mundo en monasterios y conventos y dedicados a la oración. Algunas ciudades europeas acaban en burgo, como Burgos, Friburgo, Hamburgo, Luxemburgo, Gotemburgo, Wurzburgo, Edimburgo, Oldemburgo, Oremburgo, Magdeburgo, Ausburgo, San Petersburgo, Cherburgo, Ekaterimburgo y Duisburgo.
11.2 Muchas de las principales ciudades europeas fueron fundadas antes de 1300. En Polonia, alrededor de 200 nuevas ciudades fueron creadas entre 1450 y 1550, añadidas a las 450 aproximadamente que ya existían. El norte de Italia y los Países Bajos poseían las redes de ciudades más densas del continente. Pero los habitantes de las ciudades siguen siendo una minoría relativamente pequeña de la población, no más de un 15%. En 1500, no más del 6% de los europeos vivían en ciudades de más 10.000 habitantes. En los estados alemanes, alrededor de 200 de 3.000 ciudades tenían más de 10.000 residentes. Solo Constantinopla, Nápoles, Milán, París y Venecia tenían más de 100.000 habitantes.
11.3 En Italia, Venecia, Florencia, Génova, Milán y Pisa se convirtieron en ciudades-estado independientes alrededor del 1100, estableciendo el control sobre las ciudades y pueblos más pequeños de su entorno. El declive del Imperio Bizantino y la incapacidad del Sacro Imperio Romano Germánico para establecer su autoridad en Italia impidieron la formación de estados territoriales más grandes. La prosperidad de las ciudades-estado impidió la formación de un único estado, o incluso la de dos o tres grandes. Libres de los señores feudales, el dinamismo de estas ciudades-estado sirvió de base del Renacimiento Italiano. Los mercaderes genoveses y venecianos enviaron barcos que contenían mercancías a y desde el Levante, y a lo largo de las rutas hasta el Asia central, la India y China (tal como refleja el relato del comerciante y aventurero Marco Polo de su largo viaje de 1275 a 1292).
11.4 En el norte de Europa, el crecimiento de las ciudades también estuvo ligado a la expansión del comercio a larga distancia. En el norte de Alemania, las ciudades comerciales independientes se enriquecieron gracias al comercio de cereales en el mar Báltico, y también los terratenientes polacos, húngaros y bohemios, todos ellos enviando su producto a Holanda y otros países de Europa occidental. Lübeck y Hamburgo fueron dos ejemplos de estas ciudades del norte germánico, que junto con otras de otros países formaron la Liga Hanseática. Al principio nació una liga de estas ciudades para defenderse de los asaltantes de camino y los piratas del mar. Estas ciudades empezaron a prosperar en la segunda mitad del siglo XII estableciendo redes de comercio que llegaban desde Londres hasta Novgorod en el noroeste de Rusia. El puerto báltico polaco de Gdansk tenía su propia moneda, flota, ejército y diplomáticos. Del mismo modo, las ciudades del sur de Alemania formaron sus propias ligas para resistir a los señores feudales y proteger las rutas de comercio. Las ferias que se celebraban fuera de la feria de Champagne en el norte de Francia, así como las de Lyon y Beaucaire bastante al sur del río Ródano servían como puntos de enlace comercial entre el norte de Europa y los comerciantes mediterráneos. La función mercantil de estas ciudades hizo crecer su población. Los propietarios de tierras en las regiones de agricultura para el mercado vendían sus productos en las ciudades, gran parte de los cuales iban a la exportación.
11.5 La Europa medieval creó grandes centros urbanos de aprendizaje como París, dedicado a la teología; Montpelier dedicado a la medicina; y Bolonia al derecho romano. Las universidades de Oxford y Cambridge se fundaron en el siglo XIII. Las universidades de entonces no funcionaban como las de hoy ni tenían las mismas funciones. El término se refería, más bien, a un cuerpo corporativamente organizado de estudiantes y maestros de una ciudad. Hacia el 1500, docenas de ciudades tenían sus propias universidades. Y por ello, el alfabetismo (limitado hasta entonces a un pequeñísimo número de personas) creció más rápidamente en las ciudades que en el campo. Este proceso se vio agudizado cuando la educación pasó de los monasterios rurales a las iglesias de las ciudades y a las escuelas básicas.
11.6 Las ciudades eran gobernadas por oligarquías tiránicas de mercaderes ricos, los maestros de los gremios y los propietarios urbanos (en las ciudades urbanas los nobles formaban parte de esas oligarquías). A pesar de que muchos agricultores cultivaban los campos sitos fuera de las murallas de las ciudades y volvían al ocaso adentro de ellas tras las murallas, cada vez era más evidente que estos dos mundos se estaban diferenciando cada vez más.
11.3 En Italia, Venecia, Florencia, Génova, Milán y Pisa se convirtieron en ciudades-estado independientes alrededor del 1100, estableciendo el control sobre las ciudades y pueblos más pequeños de su entorno. El declive del Imperio Bizantino y la incapacidad del Sacro Imperio Romano Germánico para establecer su autoridad en Italia impidieron la formación de estados territoriales más grandes. La prosperidad de las ciudades-estado impidió la formación de un único estado, o incluso la de dos o tres grandes. Libres de los señores feudales, el dinamismo de estas ciudades-estado sirvió de base del Renacimiento Italiano. Los mercaderes genoveses y venecianos enviaron barcos que contenían mercancías a y desde el Levante, y a lo largo de las rutas hasta el Asia central, la India y China (tal como refleja el relato del comerciante y aventurero Marco Polo de su largo viaje de 1275 a 1292).
11.4 En el norte de Europa, el crecimiento de las ciudades también estuvo ligado a la expansión del comercio a larga distancia. En el norte de Alemania, las ciudades comerciales independientes se enriquecieron gracias al comercio de cereales en el mar Báltico, y también los terratenientes polacos, húngaros y bohemios, todos ellos enviando su producto a Holanda y otros países de Europa occidental. Lübeck y Hamburgo fueron dos ejemplos de estas ciudades del norte germánico, que junto con otras de otros países formaron la Liga Hanseática. Al principio nació una liga de estas ciudades para defenderse de los asaltantes de camino y los piratas del mar. Estas ciudades empezaron a prosperar en la segunda mitad del siglo XII estableciendo redes de comercio que llegaban desde Londres hasta Novgorod en el noroeste de Rusia. El puerto báltico polaco de Gdansk tenía su propia moneda, flota, ejército y diplomáticos. Del mismo modo, las ciudades del sur de Alemania formaron sus propias ligas para resistir a los señores feudales y proteger las rutas de comercio. Las ferias que se celebraban fuera de la feria de Champagne en el norte de Francia, así como las de Lyon y Beaucaire bastante al sur del río Ródano servían como puntos de enlace comercial entre el norte de Europa y los comerciantes mediterráneos. La función mercantil de estas ciudades hizo crecer su población. Los propietarios de tierras en las regiones de agricultura para el mercado vendían sus productos en las ciudades, gran parte de los cuales iban a la exportación.
11.5 La Europa medieval creó grandes centros urbanos de aprendizaje como París, dedicado a la teología; Montpelier dedicado a la medicina; y Bolonia al derecho romano. Las universidades de Oxford y Cambridge se fundaron en el siglo XIII. Las universidades de entonces no funcionaban como las de hoy ni tenían las mismas funciones. El término se refería, más bien, a un cuerpo corporativamente organizado de estudiantes y maestros de una ciudad. Hacia el 1500, docenas de ciudades tenían sus propias universidades. Y por ello, el alfabetismo (limitado hasta entonces a un pequeñísimo número de personas) creció más rápidamente en las ciudades que en el campo. Este proceso se vio agudizado cuando la educación pasó de los monasterios rurales a las iglesias de las ciudades y a las escuelas básicas.
11.6 Las ciudades eran gobernadas por oligarquías tiránicas de mercaderes ricos, los maestros de los gremios y los propietarios urbanos (en las ciudades urbanas los nobles formaban parte de esas oligarquías). A pesar de que muchos agricultores cultivaban los campos sitos fuera de las murallas de las ciudades y volvían al ocaso adentro de ellas tras las murallas, cada vez era más evidente que estos dos mundos se estaban diferenciando cada vez más.
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