CAPÍTULO II
LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS
II.3b.1 La historia de los descubrimientos portugueses comenzó bien tierra adentro, y no a bordo de naves marítimas. A principios del siglo XV tan solo Portugal en toda Europa había comenzado unos cambios sociales que pusieron el afán de ganar dinero por delante de mantener el estatus quo social. En esta aventura descubridora lo importante no era pertenecer o no a la nobleza, sino la ambición, aún a riesgo de perder la vida.
II.3b.2 Pedro I (rey entre 1357 y el año de su muerte 1367) fue sucedido en el trono de Portugal por su único hijo varón legítimo, que reinó con el nombre de Fernando I entre 1367 y el año de su muerte en el año 1383. Lejos de ser un incompetente como se la dibuja con frecuencia, Fernando fue impulsivo, desenfrenado y propenso a cometer serios errores de juicio político. Su última flaqueza resultó más que evidente en sus políticas con respecto a Castilla, que produjo un desastre tras otro (Guerras Fernadinas), dando como resultado una recesión económica durante el trascurso de su problemático reinado. Las relaciones luso castellanas alcanzaron su primera crisis bajo Fernando en 1369 cuando el rey de Castilla Pedro I el Cruel (no confundir con Pedro I de Portugal) fue derrotado y muerto en combate por su medio hermano bastardo, Enrique de Trastámara, que reinó Castilla como Enrique II. Después de su victoria, Enrique se declaró rey de Castilla pese a ser ilegítimo. Por supuesto, enseguida surgieron otros candidatos. Pero Fernando I de Portugal fue el pariente varón legítimo más cercano al fallecido rey castellano, así que reclamó el trono de Castilla. Además de su derecho legítimo, Fernando tenía apoyos en el otro lado de la frontera. Viendo la oportunidad de reunir en su persona y para sus descendientes ambas coronas de Castilla y Portugal, Fernando fue declarado en ese mismo año de 1369 rey de Galicia por la nobleza gallega y él mismo se declaró el verdadero rey de Castilla poco tiempo después. Entonces cruzó la frontera y ocupó Galicia. Pero Enrique, animado por el apoyo francés, montó rápidamente una contra invasión de Portugal, forzando a los portugueses a una retirada precipitada. Después de la derrota buscó la paz urgentemente y firmó el Tratado de Alcoutim. Mediante este renunció a sus derechos al trono castellano a cambio de unas pocas concesiones fronterizas y se mostró de acuerdo en desposarse con Leonor, la hija de Enrique.
II.3b.3 Después de la derrota, no pasó mucho tiempo antes que los problemas de Fernando aparecieran de nuevo. Fernando se casó con la sobrina de uno de sus principales consejeros y uno de los hombres más ricos del país, Martín Alfonso Telléz de Meneses, de nombre Leonor. Esta Leonor portuguesa ya estaba casada pero el rey consiguió la anulación del matrimonio y se casó con ella. Obviamente, la boda anuló el anterior compromiso nupcial con Leonor de Castilla. Y en esa misma época apareció en el escenario ibérico Juan de Gante, (al que llamaremos de ahora en adelante John) duque de Lancaster, cuarto hijo varón pero tercero superviviente del rey de Inglaterra Eduardo III. Por otro lado, la guerra anglofrancesa de los Cien Años (1327 – 1453) validó una vez más el aforismo de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Coincidieron en el tiempo dos conflictos europeos, uno entre Inglaterra y Francia, y el otro entre Castilla y Portugal, aunque este último duró menos que el primero. Francia se acercó a Castilla, y John de Gante, duque de Lancaster, hizo lo propio con Portugal. No está claro si el duque de Lancaster y su segunda esposa Constanza de Castilla fueron realmente reyes de esta última corona o no. Si los derechos a esta corona pueden ser discutidos, lo que está claro es que Eduardo III de Inglaterra proclamó a su hijo John y a su esposa como reyes de Castilla el 30 de enero de 1372. Pero tampoco él era quién para decidir quién es rey o no. Como iremos viendo, esta potestad estaba reservada al Papa de Roma.
II.3b.4 El duque de Gante fue uno de los hombres más ricos de la Europa de su tiempo. Poseía al menos 30 castillos y sus tierras adyacentes, todos latifundios, en Inglaterra y varios más en Francia, y además mantenía una servidumbre digna de un rey. Poseía tierras en casi todos los condados de Inglaterra, un patrimonio que le producía unos ingresos de entre 8.000 y 10.000 libras esterlinas al año. Además sus herederos varones fundaron la Casa de Lancaster, que incluyó a tres reyes, Enrique IV, Enrique V y Enrique VI. Dos de sus hijas de su primera esposa, Blanca, fueron una reina de Portugal (Felipa) y otra Duquesa de Exeter (Isabel), y de su segunda esposa Constanza de Castilla, nació la futura reina de Castilla (Catalina). Fue una persona importante en su tiempo, pero para él no era suficiente. Hijo de un rey y tío de otro, también quería ser rey.
II.3b.5 El plan de guerra de Gante (el segundo) fue invadir Castilla desde Gascuña, uno de sus territorios franceses, mientras Fernando invadía Castilla desde Portugal. Pero el duque de Gante se retrasó y Enrique contraatacó cruzando la frontera y capturando una serie de ciudades lusas, llegando a asediar Lisboa a principios de 1373. Mal preparado, Fernando se vio obligado a renunciar a sus pretensiones y firmar el tratado de Santarém. Todos los nobles castellanos autoexiliados en Portugal fueron expulsados del país por imposición del tratado. Naturalmente, perdieron sus propiedades en Castilla y sus títulos nobiliarios.
II.3b.6 Las dos guerras con Castilla fueron muy destructivas para Portugal. Las fuerzas de Enrique II de Castilla destrozaron en la primera guerra (1369 – 1371) la mayor parte de Trás-os-Montes y la región de Miño, ambas en el norte. En la segunda guerra (1372 – 73) fue el turno de Lisboa, Coimbra y otras muchas ciudades en el norte y centro del país. Las nuevas monedas acuñadas fueron debastadas, los precios crecieron, las plagas volvieron a principios de la década de 1370 y reapareció la hambruna. Mucha gente con domicilio fijo se convirtió en vagabunda y aumentó el crimen y se produjeron disturbios en algunas ciudades. Los pequeños propietarios, comerciantes, artesanos y trabajadores urbanos formaron asociaciones para la defensa de sus intereses. En los años 1371 y 1372 las protestas se hicieron notar en las Cortes.
II.3b.7 Fernando I de Portugal se vio obligado a tomar algunas medidas para responder a estos hechos que eran producto de su propia política exterior. Las medidas pretendían reforzar la autoridad real y devolver la energía que la economía perdió. El rey impuso un impuesto nuevo cuyos ingresos fueron destinados a mejorar castillos y fortificaciones y, lo más importante, a construir una nueva muralla que sirvió para albergar los nuevos suburbios que habían aparecido en Lisboa, una ciudad en crecimiento. También expropió tierras y las concedió a pequeños agricultores con la obligación de permanecer en la tierra los abuelos, los hijos y los nietos. A cada familia se le entregó una pareja de bueyes pero tenían que trabajar cobrando un salario fijo. Esta última medida puede parecer de naturaleza progresista pero su único propósito era acallar el descontento popular para mantenerse en el poder.
II.3b.8 A finales de la década 1370 estalló una nueva crisis en las relaciones exteriores. Los ingleses carecían de las naves apropiadas para combatir a las galeras castellanas que, en compañía de los franceses, asolaban las costas anglosajonas. Portugal también tenía galeras y los ingleses ofrecieron a Fernando una alianza para asegurarse sus servicios. Pero también en aquellos tiempos se produjo el cisma de 1378 – 1417, lo que obligó a los gobernantes de todos los reinos europeos a elegir entre un papa o el otro. Portugal reconoció al papa romano Urbano VI, lo mismo que Inglaterra, mientras que Castilla y Francia apoyaron a Clemente VII, el Papa de Aviñón, lo que llevó a una agudización de los dos bloques, el angloportugués y el francocastellano. Enrique II de Castilla murió en 1380, dejando su reino al mando de su joven e inexperto hijo Juan I. Gante vio entonces una oportunidad para apostar de nuevo (por tercera vez) por sus aspiraciones al reino de castellano mientras que Fernando vio llegado el momento de recuperar sus pérdidas territoriales. Los dos llegaron a un nuevo acuerdo según el cual Gante conduciría un ejército desde sus posesiones en Gascuña y además, enviaría un pequeño ejército por barco a Lisboa bajo el mando de su hermano Edmundo, conde de Cambridge, para coordinar las operaciones con Fernando. Como vemos, esta estrategia militar fue, en parte, una fusión de las distintas estrategias de las dos guerras anteriores.
II.3b.9 Las tropas inglesas enviadas a Portugal sirvieron de escasa ayuda porque carecían de la disciplina y del transporte adecuados. Juan invadió Portugal tomando algunas ciudades fronterizas pero ninguno de los dos bandos tenía la capacidad económica suficiente como para mantener una guerra prolongada de desgaste después de dos enfrentamientos anteriores. De repente, en agosto de 1382 los dos reyes firmaron la paz en el Tratado de Badajoz. Los términos del acuerdo favorecieron claramente a Portugal. Fernando reconoció formalmente a Juan como rey de Castilla, terminando así formalmente los pretendidos derechos del duque de Lancaster. Por su parte, Juan de Castilla se retiró de los territorios portugueses conquistados, liberó sus prisioneros y devolvió las galeras de combate y trasporte inglesas capturadas. La guerra terminó con los esponsales de Beatriz, el único descendiente vivo de los reyes de Portugal Fernando y Leonor Tellez de Meneses con Enrique III de Castilla, hijo y primogénito de Juan I y su esposa Leonor de Aragón el 21 de mayo de 1380, pero la boda nunca se celebró pues, tras la muerte de esta el 13 de agosto de 1382, fue el entonces rey viudo quién se casó con Beatriz de Portugal el 17 de mayo de 1383 en la catedral de Badajoz en lugar de su hijo. Beatriz tenía tan solo diez años de edad. Su padre Fernando murió poco después el 22 de octubre de 1383. Desde entonces fue reina consorte de Castilla y reina gobernante de Portugal, pero su madre asumió la regencia efectiva del país por su corta edad. Teniendo en cuenta que el esposo nació en 1358, con una simple sustracción llegamos a la conclusión de que tenía 25 años y era rey desde 1379, cuatro años antes. Juan se había casado con Leonor de Aragón en el convento de San Francisco de Soria en el año 1375, y murió el 13 de agosto de 1382. El matrimonio tuvo dos hijos que fueron reyes ambos: Enrique III de Castilla, que nació en 1379 y, Fernando I de Aragón, que nació en 1380. Es importante examinar con algo de detenimiento las fechas para no confundirse.
II.3b.10 Los castellanos tenían prisa por firmar la paz con Portugal. Su principal preocupación fue asegurarse el trono del país luso después de que llegaran noticias desde Portugal. La información que llegó a Castilla es que Fernando I de Portugal estaba muy enfermo y, probablemente, a un paso de la tumba. Y, por otra parte, como ya hemos dicho, Beatriz era la única heredera al trono de Portugal. En esa situación los castellanos debían darse prisa antes de que otros gobernantes europeos, sobre todo Inglaterra, se les adelantase. Este hecho obró el milagro del cambio tan brusco de opinión de los dirigentes castellanos y explicó las prisas por firmar la paz. Esto también explica la causa de que Castilla aceptara firmar un tratado de paz que tanto favorecía a los portugueses. Juan movió sus piezas con tanta rapidez que aún le sobraron unos meses entre su boda con la heredera portuguesa y la muerte de su padre, probablemente de tuberculosis.
II.3b.11 Y después de tantas palabras (y me quedaron bastantes más en el tintero, las suficientes como para duplicar la extensión de los últimos párrafos), viene el auténtico meollo de la cuestión: la crisis de sucesión al trono de Portugal, que es lo que realmente nos interesa. Todo lo anterior ha sido un poco de palabrería bastante prescindible.
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II.3b.2 Pedro I (rey entre 1357 y el año de su muerte 1367) fue sucedido en el trono de Portugal por su único hijo varón legítimo, que reinó con el nombre de Fernando I entre 1367 y el año de su muerte en el año 1383. Lejos de ser un incompetente como se la dibuja con frecuencia, Fernando fue impulsivo, desenfrenado y propenso a cometer serios errores de juicio político. Su última flaqueza resultó más que evidente en sus políticas con respecto a Castilla, que produjo un desastre tras otro (Guerras Fernadinas), dando como resultado una recesión económica durante el trascurso de su problemático reinado. Las relaciones luso castellanas alcanzaron su primera crisis bajo Fernando en 1369 cuando el rey de Castilla Pedro I el Cruel (no confundir con Pedro I de Portugal) fue derrotado y muerto en combate por su medio hermano bastardo, Enrique de Trastámara, que reinó Castilla como Enrique II. Después de su victoria, Enrique se declaró rey de Castilla pese a ser ilegítimo. Por supuesto, enseguida surgieron otros candidatos. Pero Fernando I de Portugal fue el pariente varón legítimo más cercano al fallecido rey castellano, así que reclamó el trono de Castilla. Además de su derecho legítimo, Fernando tenía apoyos en el otro lado de la frontera. Viendo la oportunidad de reunir en su persona y para sus descendientes ambas coronas de Castilla y Portugal, Fernando fue declarado en ese mismo año de 1369 rey de Galicia por la nobleza gallega y él mismo se declaró el verdadero rey de Castilla poco tiempo después. Entonces cruzó la frontera y ocupó Galicia. Pero Enrique, animado por el apoyo francés, montó rápidamente una contra invasión de Portugal, forzando a los portugueses a una retirada precipitada. Después de la derrota buscó la paz urgentemente y firmó el Tratado de Alcoutim. Mediante este renunció a sus derechos al trono castellano a cambio de unas pocas concesiones fronterizas y se mostró de acuerdo en desposarse con Leonor, la hija de Enrique.
II.3b.3 Después de la derrota, no pasó mucho tiempo antes que los problemas de Fernando aparecieran de nuevo. Fernando se casó con la sobrina de uno de sus principales consejeros y uno de los hombres más ricos del país, Martín Alfonso Telléz de Meneses, de nombre Leonor. Esta Leonor portuguesa ya estaba casada pero el rey consiguió la anulación del matrimonio y se casó con ella. Obviamente, la boda anuló el anterior compromiso nupcial con Leonor de Castilla. Y en esa misma época apareció en el escenario ibérico Juan de Gante, (al que llamaremos de ahora en adelante John) duque de Lancaster, cuarto hijo varón pero tercero superviviente del rey de Inglaterra Eduardo III. Por otro lado, la guerra anglofrancesa de los Cien Años (1327 – 1453) validó una vez más el aforismo de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Coincidieron en el tiempo dos conflictos europeos, uno entre Inglaterra y Francia, y el otro entre Castilla y Portugal, aunque este último duró menos que el primero. Francia se acercó a Castilla, y John de Gante, duque de Lancaster, hizo lo propio con Portugal. No está claro si el duque de Lancaster y su segunda esposa Constanza de Castilla fueron realmente reyes de esta última corona o no. Si los derechos a esta corona pueden ser discutidos, lo que está claro es que Eduardo III de Inglaterra proclamó a su hijo John y a su esposa como reyes de Castilla el 30 de enero de 1372. Pero tampoco él era quién para decidir quién es rey o no. Como iremos viendo, esta potestad estaba reservada al Papa de Roma.
II.3b.4 El duque de Gante fue uno de los hombres más ricos de la Europa de su tiempo. Poseía al menos 30 castillos y sus tierras adyacentes, todos latifundios, en Inglaterra y varios más en Francia, y además mantenía una servidumbre digna de un rey. Poseía tierras en casi todos los condados de Inglaterra, un patrimonio que le producía unos ingresos de entre 8.000 y 10.000 libras esterlinas al año. Además sus herederos varones fundaron la Casa de Lancaster, que incluyó a tres reyes, Enrique IV, Enrique V y Enrique VI. Dos de sus hijas de su primera esposa, Blanca, fueron una reina de Portugal (Felipa) y otra Duquesa de Exeter (Isabel), y de su segunda esposa Constanza de Castilla, nació la futura reina de Castilla (Catalina). Fue una persona importante en su tiempo, pero para él no era suficiente. Hijo de un rey y tío de otro, también quería ser rey.
II.3b.5 El plan de guerra de Gante (el segundo) fue invadir Castilla desde Gascuña, uno de sus territorios franceses, mientras Fernando invadía Castilla desde Portugal. Pero el duque de Gante se retrasó y Enrique contraatacó cruzando la frontera y capturando una serie de ciudades lusas, llegando a asediar Lisboa a principios de 1373. Mal preparado, Fernando se vio obligado a renunciar a sus pretensiones y firmar el tratado de Santarém. Todos los nobles castellanos autoexiliados en Portugal fueron expulsados del país por imposición del tratado. Naturalmente, perdieron sus propiedades en Castilla y sus títulos nobiliarios.
II.3b.6 Las dos guerras con Castilla fueron muy destructivas para Portugal. Las fuerzas de Enrique II de Castilla destrozaron en la primera guerra (1369 – 1371) la mayor parte de Trás-os-Montes y la región de Miño, ambas en el norte. En la segunda guerra (1372 – 73) fue el turno de Lisboa, Coimbra y otras muchas ciudades en el norte y centro del país. Las nuevas monedas acuñadas fueron debastadas, los precios crecieron, las plagas volvieron a principios de la década de 1370 y reapareció la hambruna. Mucha gente con domicilio fijo se convirtió en vagabunda y aumentó el crimen y se produjeron disturbios en algunas ciudades. Los pequeños propietarios, comerciantes, artesanos y trabajadores urbanos formaron asociaciones para la defensa de sus intereses. En los años 1371 y 1372 las protestas se hicieron notar en las Cortes.
II.3b.7 Fernando I de Portugal se vio obligado a tomar algunas medidas para responder a estos hechos que eran producto de su propia política exterior. Las medidas pretendían reforzar la autoridad real y devolver la energía que la economía perdió. El rey impuso un impuesto nuevo cuyos ingresos fueron destinados a mejorar castillos y fortificaciones y, lo más importante, a construir una nueva muralla que sirvió para albergar los nuevos suburbios que habían aparecido en Lisboa, una ciudad en crecimiento. También expropió tierras y las concedió a pequeños agricultores con la obligación de permanecer en la tierra los abuelos, los hijos y los nietos. A cada familia se le entregó una pareja de bueyes pero tenían que trabajar cobrando un salario fijo. Esta última medida puede parecer de naturaleza progresista pero su único propósito era acallar el descontento popular para mantenerse en el poder.
II.3b.8 A finales de la década 1370 estalló una nueva crisis en las relaciones exteriores. Los ingleses carecían de las naves apropiadas para combatir a las galeras castellanas que, en compañía de los franceses, asolaban las costas anglosajonas. Portugal también tenía galeras y los ingleses ofrecieron a Fernando una alianza para asegurarse sus servicios. Pero también en aquellos tiempos se produjo el cisma de 1378 – 1417, lo que obligó a los gobernantes de todos los reinos europeos a elegir entre un papa o el otro. Portugal reconoció al papa romano Urbano VI, lo mismo que Inglaterra, mientras que Castilla y Francia apoyaron a Clemente VII, el Papa de Aviñón, lo que llevó a una agudización de los dos bloques, el angloportugués y el francocastellano. Enrique II de Castilla murió en 1380, dejando su reino al mando de su joven e inexperto hijo Juan I. Gante vio entonces una oportunidad para apostar de nuevo (por tercera vez) por sus aspiraciones al reino de castellano mientras que Fernando vio llegado el momento de recuperar sus pérdidas territoriales. Los dos llegaron a un nuevo acuerdo según el cual Gante conduciría un ejército desde sus posesiones en Gascuña y además, enviaría un pequeño ejército por barco a Lisboa bajo el mando de su hermano Edmundo, conde de Cambridge, para coordinar las operaciones con Fernando. Como vemos, esta estrategia militar fue, en parte, una fusión de las distintas estrategias de las dos guerras anteriores.
II.3b.9 Las tropas inglesas enviadas a Portugal sirvieron de escasa ayuda porque carecían de la disciplina y del transporte adecuados. Juan invadió Portugal tomando algunas ciudades fronterizas pero ninguno de los dos bandos tenía la capacidad económica suficiente como para mantener una guerra prolongada de desgaste después de dos enfrentamientos anteriores. De repente, en agosto de 1382 los dos reyes firmaron la paz en el Tratado de Badajoz. Los términos del acuerdo favorecieron claramente a Portugal. Fernando reconoció formalmente a Juan como rey de Castilla, terminando así formalmente los pretendidos derechos del duque de Lancaster. Por su parte, Juan de Castilla se retiró de los territorios portugueses conquistados, liberó sus prisioneros y devolvió las galeras de combate y trasporte inglesas capturadas. La guerra terminó con los esponsales de Beatriz, el único descendiente vivo de los reyes de Portugal Fernando y Leonor Tellez de Meneses con Enrique III de Castilla, hijo y primogénito de Juan I y su esposa Leonor de Aragón el 21 de mayo de 1380, pero la boda nunca se celebró pues, tras la muerte de esta el 13 de agosto de 1382, fue el entonces rey viudo quién se casó con Beatriz de Portugal el 17 de mayo de 1383 en la catedral de Badajoz en lugar de su hijo. Beatriz tenía tan solo diez años de edad. Su padre Fernando murió poco después el 22 de octubre de 1383. Desde entonces fue reina consorte de Castilla y reina gobernante de Portugal, pero su madre asumió la regencia efectiva del país por su corta edad. Teniendo en cuenta que el esposo nació en 1358, con una simple sustracción llegamos a la conclusión de que tenía 25 años y era rey desde 1379, cuatro años antes. Juan se había casado con Leonor de Aragón en el convento de San Francisco de Soria en el año 1375, y murió el 13 de agosto de 1382. El matrimonio tuvo dos hijos que fueron reyes ambos: Enrique III de Castilla, que nació en 1379 y, Fernando I de Aragón, que nació en 1380. Es importante examinar con algo de detenimiento las fechas para no confundirse.
II.3b.10 Los castellanos tenían prisa por firmar la paz con Portugal. Su principal preocupación fue asegurarse el trono del país luso después de que llegaran noticias desde Portugal. La información que llegó a Castilla es que Fernando I de Portugal estaba muy enfermo y, probablemente, a un paso de la tumba. Y, por otra parte, como ya hemos dicho, Beatriz era la única heredera al trono de Portugal. En esa situación los castellanos debían darse prisa antes de que otros gobernantes europeos, sobre todo Inglaterra, se les adelantase. Este hecho obró el milagro del cambio tan brusco de opinión de los dirigentes castellanos y explicó las prisas por firmar la paz. Esto también explica la causa de que Castilla aceptara firmar un tratado de paz que tanto favorecía a los portugueses. Juan movió sus piezas con tanta rapidez que aún le sobraron unos meses entre su boda con la heredera portuguesa y la muerte de su padre, probablemente de tuberculosis.
II.3b.11 Y después de tantas palabras (y me quedaron bastantes más en el tintero, las suficientes como para duplicar la extensión de los últimos párrafos), viene el auténtico meollo de la cuestión: la crisis de sucesión al trono de Portugal, que es lo que realmente nos interesa. Todo lo anterior ha sido un poco de palabrería bastante prescindible.
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