CAPÍTULO I
LA HERENCIA MEDIEVAL Y EL PASO A LA SOCIEDAD MODERNA
9.1 La población europea casi se dobló entre los años 1000 y 1300, desde los 40 millones hasta los 75 de habitantes. Pero a principios del siglo XIV la población empezó a declinar, probablemente debido a una enfermedad rampante. Entonces, en la mitad del siglo, la Peste Negra asoló Europa, matando entre un tercio y dos tercios de la población, según versiones y zonas. Diseminada por ratas portadoras de la pulga que, a su vez, portaban en su intestino una variante de la bacteria Yersinia Pestis, la Plaga ubónica llegó a Constantinopla en 1347 procedente de Asia. En 1351 ya había alcanzado casi toda Europa. Las víctimas sufrían muertes horribles, y morían algunas en pocos días, otras en una lenta agonía. Algunas poblaciones fueron abandonadas al tratar la gente de huir del camino del azote. Las autoridades locales y estatales trataron en vano, de evitar la llegada de los viajeros, temerosos de que llevaran la enfermedad con ellos.
9.2
Durante el siglo siguiente, los nacimientos y las muertes estaban equilibradas (con descenso de la población en las ciudades compensadas con aumento de la población en el campo). Hubo pues, una ruralización de la sociedad. Europa solo comenzó a aumentar su población durante la segunda mitad del siglo XV, debido a una calma en las epidemias y ausencia de guerras destructivas. Sin embargo, la población no alcanzó el nivel de 1300 hasta el 1550, cuando empezó a crecer rápidamente, especialmente en el norte de Europa (ver tabla n° 1).
9.3 Los europeos continuaron siendo vulnerables a la enfermedad y el desastre. La Peste Negra fue la peor de las epidemias, pero la gripe, el tifus, la malaria, la fiebre tifoidea y la viruela también se llevaron mucha gente por delante, especialmente los pobres, quienes siempre sufrían de una adecuada nutrición. Más aún, los europeos miraban al cielo, no solo para rezar sino también para buscar en el cielo síntomas de mal tiempo, incluidas tormentas y aguaceros que produjeran inundaciones. Las hambrunas todavía devastaban Europa, matando a los recién nacidos, a los niños y a los ancianos en gran número. “Nada nuevo aquí”, un romano escribió en la mitad del siglo XVI, “excepto que el pueblo está muriendo de hambre”.
9.4 La vida para mucha gente era corta. La esperanza de vida, una vez una persona había terminado la infancia y la adolescencia, era alrededor de 40 años. Las mujeres vivían más que los hombres, pero muchas de ellas morían durante el parto. Alrededor de un quinto de todos los recién nacidos morían antes de alcanzar el año de vida. De cada 100 niños nacidos, menos de la mitad alcanzaban los veinte y solo una quinta parte alcanzaba los 40. Cristo, que según la tradición murió a los 33, no se consideraba que muriera joven.
9.5 La balanza entre la vida y la muerte era precaria. En muchas ciudades, las muertes superaban a los nacimientos casi todos los años. Las familias prósperas tenían más hijos que las pobres (el patrón opuesto al de hoy). La exposición y el abandono de los niños recién nacidos eran muy común. Más aún, las parejas limitaban su descendencia a través de la abstinencia sexual. El hecho de que un miembro de la pareja con frecuencia muriera joven también limitaba el crecimiento de la población. Lo mismo hacía la celebración del matrimonio relativamente tarde. Muchos hombres ingleses se casaban entre 26 y 29, las mujeres entre 24 y 29 años de edad.
9.6 La elección de una pareja para el matrimonio era importante por motivos económicos (aunque en algunas partes de Europa occidental hasta un quinto de las mujeres no se casaba nunca). Las bodas, a menudo concertadas por los padres, jugaban un papel importante y, a menudo, determinante para los hijos. Para las familias de posibles, en especial los nobles, la promesa de una dote considerable era muy importante. A pesar de esto, algunos documentos sugieren que al final del siglo XVI, al menos en Inglaterra, los deseos de los novios eran difícil de ignorar. Para los pobres, el matrimonio a menudo ofrecía la oportunidad de mejorar. Una mujer joven que pudiera ofrecer una dote, aunque fuera modesta, o que tuviera una habilidad, era una esposa atractiva y con futuro, al igual que un hombre con un comercio.
9.7 Las esposas permanecían legalmente subordinadas a sus maridos, aunque en el hogar pobre su papel como administradoras de ingresos y como trabajadoras les daba un grado mínimo de igualdad. La infidelidad sexual, aunque común, se oponía a un sentimiento popular de justicia, que ponía de relieve la lealtad y la obligación mutua entre los cónyuges. Estos vínculos también podían poner en peligro el sistema de herencia y la protección de la propiedad familiar al llevar a la aparición de descendientes imprevistos, en una época en que las técnicas anticonceptivas eran rudimentarias y poco conocidas. Alrededor de una quinta parte de las novias inglesas estaban embarazadas en el momento de su boda, ya que las relaciones prematrimoniales eran muy comunes.
9.8 El parentesco y la solidaridad entre los habitantes de los pueblos definían las vidas de las gentes comunes; es decir, los padres y, en ocasiones, otros parientes vivían con la pareja. En otros lugares como Inglaterra, la familia nuclear (una pareja con sus hijos) era el tipo de familia más corriente. Cuando los hijos de las familias de rango más bajo empezaban a trabajar, generalmente a los 14 o 15 años, o antes para algunos aprendices, sus obligaciones para con sus padres no terminaban. Sin embargo, a menudo, los adolescentes abandonaban su casa en busca de trabajo, y en pocas ocasiones volvían con sus padres. En los malos tiempos, los pobres buscaban ayuda en la familia y en los vecinos, y si eran propietarios de tierra, también buscaban ayuda.
9.3 Los europeos continuaron siendo vulnerables a la enfermedad y el desastre. La Peste Negra fue la peor de las epidemias, pero la gripe, el tifus, la malaria, la fiebre tifoidea y la viruela también se llevaron mucha gente por delante, especialmente los pobres, quienes siempre sufrían de una adecuada nutrición. Más aún, los europeos miraban al cielo, no solo para rezar sino también para buscar en el cielo síntomas de mal tiempo, incluidas tormentas y aguaceros que produjeran inundaciones. Las hambrunas todavía devastaban Europa, matando a los recién nacidos, a los niños y a los ancianos en gran número. “Nada nuevo aquí”, un romano escribió en la mitad del siglo XVI, “excepto que el pueblo está muriendo de hambre”.
9.4 La vida para mucha gente era corta. La esperanza de vida, una vez una persona había terminado la infancia y la adolescencia, era alrededor de 40 años. Las mujeres vivían más que los hombres, pero muchas de ellas morían durante el parto. Alrededor de un quinto de todos los recién nacidos morían antes de alcanzar el año de vida. De cada 100 niños nacidos, menos de la mitad alcanzaban los veinte y solo una quinta parte alcanzaba los 40. Cristo, que según la tradición murió a los 33, no se consideraba que muriera joven.
9.5 La balanza entre la vida y la muerte era precaria. En muchas ciudades, las muertes superaban a los nacimientos casi todos los años. Las familias prósperas tenían más hijos que las pobres (el patrón opuesto al de hoy). La exposición y el abandono de los niños recién nacidos eran muy común. Más aún, las parejas limitaban su descendencia a través de la abstinencia sexual. El hecho de que un miembro de la pareja con frecuencia muriera joven también limitaba el crecimiento de la población. Lo mismo hacía la celebración del matrimonio relativamente tarde. Muchos hombres ingleses se casaban entre 26 y 29, las mujeres entre 24 y 29 años de edad.
9.6 La elección de una pareja para el matrimonio era importante por motivos económicos (aunque en algunas partes de Europa occidental hasta un quinto de las mujeres no se casaba nunca). Las bodas, a menudo concertadas por los padres, jugaban un papel importante y, a menudo, determinante para los hijos. Para las familias de posibles, en especial los nobles, la promesa de una dote considerable era muy importante. A pesar de esto, algunos documentos sugieren que al final del siglo XVI, al menos en Inglaterra, los deseos de los novios eran difícil de ignorar. Para los pobres, el matrimonio a menudo ofrecía la oportunidad de mejorar. Una mujer joven que pudiera ofrecer una dote, aunque fuera modesta, o que tuviera una habilidad, era una esposa atractiva y con futuro, al igual que un hombre con un comercio.
9.7 Las esposas permanecían legalmente subordinadas a sus maridos, aunque en el hogar pobre su papel como administradoras de ingresos y como trabajadoras les daba un grado mínimo de igualdad. La infidelidad sexual, aunque común, se oponía a un sentimiento popular de justicia, que ponía de relieve la lealtad y la obligación mutua entre los cónyuges. Estos vínculos también podían poner en peligro el sistema de herencia y la protección de la propiedad familiar al llevar a la aparición de descendientes imprevistos, en una época en que las técnicas anticonceptivas eran rudimentarias y poco conocidas. Alrededor de una quinta parte de las novias inglesas estaban embarazadas en el momento de su boda, ya que las relaciones prematrimoniales eran muy comunes.
9.8 El parentesco y la solidaridad entre los habitantes de los pueblos definían las vidas de las gentes comunes; es decir, los padres y, en ocasiones, otros parientes vivían con la pareja. En otros lugares como Inglaterra, la familia nuclear (una pareja con sus hijos) era el tipo de familia más corriente. Cuando los hijos de las familias de rango más bajo empezaban a trabajar, generalmente a los 14 o 15 años, o antes para algunos aprendices, sus obligaciones para con sus padres no terminaban. Sin embargo, a menudo, los adolescentes abandonaban su casa en busca de trabajo, y en pocas ocasiones volvían con sus padres. En los malos tiempos, los pobres buscaban ayuda en la familia y en los vecinos, y si eran propietarios de tierra, también buscaban ayuda.
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