CAPÍTULO I
LA HERENCIA MEDIEVAL Y EL PASO A LA SOCIEDAD MODERNA
7.1 La religión jugó un enorme papel en la vida de los europeos durante la Edad Media. La Cristiandad conformó un sistema general de creencias y valores que definió la manera en la que la mayor parte del pueblo se veía a sí mismos y al mundo que les rodeaba. La Iglesia, su fe y el aprendizaje preservaron durante la llamada Edad Oscura una cierta unidad de Europa. Los clérigos alcanzaron gran prestigio y autoridad moral como distribuidores de los sacramentos (sobre todo la penitencia, el perdón divino de los pecados a través de los clérigos), sin los cuales los cristianos creían que no se podía conseguir la salvación. Cuando los predicadores pasaban por los pueblos y las aldeas, los creyentes hacían cola durante mucho tiempo para confesarse. Una de las rutas más transitadas de Europa fue el Camino de Santiago, por el que viajaban muchos europeos para llegar a Santiago de Compostela en el noroeste de España. La Iglesia bendecía el juramento de fidelidad (lealtad) realizado por los vasallos a los señores y gobernantes, y tenía un importante papel en los ritos de paso de un tipo de vida a otro (nacimiento, boda y muerte). La Italia renacentista redescubrió la dignidad de la humanidad, pero lo hizo dentro del contexto de las creencias cristianas.
7.2 La Cristiandad occidental se entrelazó con la civilización occidental, aunque en España y partes de Europa controladas por los turcos las herencias judía y musulmana permanecieron fuertes. Los judíos permanecieron marginados, aunque en general no vivían separados de los cristianos hasta el siglo XV, cuando se vieron obligados a hacerlo de este modo por las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas. En Roma los papas obligaron a los judíos a llevar signos distintivos; Venecia estableció el primer “gueto” judío en 1516. Muchos judíos, forzados a abandonar determinados oficios, vagaron de una parte a otra de Europa hasta encontrar una ciudad en la que pudieron vivir en paz. Los narradores, tanto aficionados como profesionales, mantuvieron las tradiciones populares de la cultura popular cuando mucha gente era analfabeta. Los narradores contaban sus historias durante las reuniones vespertinas, cuando los aldeanos, principalmente las mujeres, se reunían para coser y tejer y contar historias al calor del fuego. Muchas de estas historias y cuentos reflejaban el fatalismo de estas sociedades en las que mucha gente moría relativamente joven.
7.3 Las supersticiones eran muy abundantes. Mucha gente creía en la magia y en la presencia de fuerzas supernaturales en la tierra. Debido a estas creencias mágicas, los brujos, hechiceros y santos tenían poderes para intervenir (incluso interceder) entre la gente y la mala fortuna. Se creía que los antiguos sanadores y curanderos tenían poderes efectivos para sanar a los enfermos. La gente creía que frotando ciertas imágenes de santos y vírgenes le traería buena suerte. Cuando en ciertas partes de Francia la cosecha de uva para el vino era muy escasa, la gente del campo azotaba las imágenes de los santos por haberles fallado. En algunos lugares se pensaba que era una señal de buena suerte encontrarse con un lobo, un ciervo o un oso; que una cigüeña con su nido en el techo de una casa aseguraba a sus ocupantes salud y longevidad; que encontrarse con un monje vestido con una túnica blanca era un mal presagio, mientras que encontrarse con uno vestido de negro era un buen augurio; que un cuervo gritando sobre la casa de alguien enfermo significaba que la muerte de alguien estaba en camino, y que una urraca anunciaba buena suerte. En los Balcanes se creía que el ajo evitaba la mala suerte. Este tipo de creencias ayudaron a los campesinos a enfrentar un mundo en el que las sequías, las cosechas fallidas, los accidentes y las innumerables enfermedades fatales podían traer catástrofes personales y familiares. Mucha gente creía que la “gente astuta” y las brujas determinaban los hechos terrenales. Un “hombre astuto” podía descubrir la identidad de un ladrón colocando papeles con nombres dentro de pequeñas bolas de arcilla: el nombre del culpable sería el primero en desenredarse dentro un cubo de agua.
7.4 Las fiestas religiosas y los festivales y ferias se entremezclan en el calendario. Al principio de la Cuaresma, en algunos lugares de Europa occidental, los hombres jóvenes retozaban llevando antorchas de paja ardiendo por el pueblo para asegurar la fertilidad agrícola y sexual. Para mucha gente de principios de la era moderna el Carnaval era la fecha más importante del año. La gente comía y bebía como en ningún otro momento del año, tirándose harina, huevos y fruta los unos a los otros y jugando a juegos. Los carnavales ponían al mundo del revés, aunque solo brevemente. Los pobres elaboraban las fechorías de los ricos en pequeñas obras elaboradas. La gente común podía burlarse de los ricos en las farsas y desfiles elaboradamente escenificados, imitando el comporta-miento de los jueces, los nobles y los clérigos.
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